¿El mejor vino del mundo?

12 abril 2021

No se alboroten. No voy a hablar de una marca sino de un concepto para determinar qué factores entran en juego para conceder a un vino ser el mejor del mundo.  Esto viene a cuento sobre los titulares que se han podido leer en nuestro país sobre el considerar a Castillo Ygay 2010 el mejor del mundo cuando, en realidad, la portada de Wine Spectator, la revista vinícola más leída del planeta, lo calificaba como el mejor del “Top 100 de 2020” que no es poco. Es decir, los vinos que en el transcurso de las catas en las diferentes ediciones de la revista han merecido ser seleccionados para la final.

No es la primera vez que los periodistas ajenos al mundo del vino exageran con “el mejor del mundo” como único pretexto para que esta materia sea noticia. Ya ocurrió con Matarromera hace más de 25 años, cuando alguna agencia informativa publicó que esta marca era el vino mejor del mundo, cuando en realidad obtuvo una medalla de oro en un desconocido concurso vinícola en Turquía.

Sin duda, este titular no solo hace vender a la bodega sino también al medio de comunicación ya que, con este gancho, más gente leerá el artículo. No estoy muy seguro, pero creo que solo en el sector del vino y en la valoración de los restaurantes se abusa de este término tan ampuloso. No recuerdo un titular del “mejor coche del mundo” o aplicado al perfume, al diseño de moda o a cualquier otro bien de consumo. Establecer un concurso con cierta autoridad para elegir el mejor del mundo sería una tarea ímproba y muy difícil de llevar a cabo. En primer lugar, no debería haber inscripción de cada bodega, sino por parte del organizador recoger de las tiendas o incluso de las bodegas las muestras de los 10 vinos mejores de cada país, según la calificación media hecha por prestigiosos prescriptores y guías a partir del puntaje medio que esa marca haya obtenido en los últimos 10 años y repetir la cata tres veces con una diferencia de horas. Un ejercicio que hasta ahora no se ha podido llevar a la práctica.  

Los vinos y los jurados

No puede haber un solo vino que alcance la valoración más elevada cuando la diferencia entre los tres o cuatro primeros es apenas un punto sobre algo en lo que está instalada la subjetividad. Si se repitiera la cata unas horas más tarde, el orden y puntuaciones de marcas sería distinto. Es difícil reunir un jurado con la misma forma de catar entre ellos y, por lo tanto, las fichas de cata del grupo al tabularlas pueden aparecer diferencias de hasta 4 puntos debido a las condiciones siguientes relacionadas con la experiencia de cada uno:

a) Los catadores que se quedan cortos en la valoración porque sostienen que debe haber vinos mejores, lo cual indica que sus conocimientos de marcas son limitados.   

b) A los que les influyen sus emociones y se pasan.

c) Los que técnicamente y fríamente calculan con gran memoria de haber bebido muchos vinos de diferentes modelos y calidades. La mejor.

Catar y catar marcas

En mi experiencia de haber catado en concursos internacionales y en las degustaciones en las revistas y otros medios de comunicación, he observado que no se seleccionan los catadores participantes por la coherencia de las valoraciones sino por su heterogeneidad para quedar en paz con la actitud democrática de que todos somos distintos y bebedores y, por lo tanto, todos deben participar sin tener en cuenta el grado emocional de cada catador. Esto conlleva a las puntuaciones dispares que pueden alterar el verdadero valor del vino. Si los resultados de algún catador son opuestos no se aplica la “puntuación media” sino la “mediana”, que consiste en eliminar las más bajas y las más altas, lo que reduce en demasía el número de catas coherentes. Si el jurado lo componen 5 personas, como oficialmente está establecido en los concursos internacionales, la responsabilidad recae en tan solo 3 participantes. 

En general, me fío más de las valoraciones personales sin manejar gustos personales de consumo, siempre y cuando descansen en una coherencia y regularidad, valores más importantes que las aptitudes sensoriales del crítico. En cuanto a coherencia, declino seguir a quien puntúa, por ejemplo, al vino toresano Almirez 2018 a 16€ la botella con 87 puntos mientras que valora al Vitorino 2017 a 35 € con 97 puntos. No existe ese tramo tan exagerado en calidad entre estos dos vinos cuando el prestigio de la bodega es elevado. El enólogo es el mismo y hay que comprender que entre los extremos de una bodega de prestigio no puede haber tanta diferencia. Si el catador es capaz de puntuar tan bajo a uno de sus vinos se deberá a la botella que debería sustituir. Si no es así, su coherencia es dudosa.

En cuanto a la regularidad de un equipo de cata homogéneo sin picos ni aristas en sus diagnósticos capaz de catar miles de marcas, su criterio sobre un podio de vinos es más creíble. Catar y catar el mayor número posible de vinos da un resultado más verosímil de un podio. En bastantes ocasiones he dicho que cuando un mismo equipo conjuntado sin la menor influencia del gusto personal es capaz de catar el 75% de los vinos españoles, el podio o la selección de los mejores vinos siempre será más ajustada a la realidad. Esa es la Guía Peñín y por eso es la más consultada sobre nuestros vinos a nivel internacional. 

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.