El granel y la sostenibilidad

23 enero 2024

El vino a granel ya no es lo que era. Aquellos tiempos cuando este vino, en general mediocre, circulaba en las cisternas de los camiones, trenes y barcos se han cambiado por un retrato más universal y mejor.  Su exposición más importante a nivel mundial lo organiza todos los años en Ámsterdam una empresa española ubicada en Ciudad Real.

Alguien pensará ¿qué hace este cronista de vinos finos visitando una feria del llamado vino corriente? El granel es un vino desnudo que no lleva correajes ni monturas como las que puede llevar un caballo en medio del paisaje. Es tal cual, sin barrica, sin la botella vestida, sin la etiqueta famosa que pueda impactar en el precio. Es el comienzo del vino.

Así lo vi el pasado más de noviembre cuando me acerqué al llamado World Bulk Wine Exhibition (Feria mundial del vino a granel) en donde se concentra el mayor negocio del vino que, en los tiempos actuales, alcanzan la misma calidad que los vinos jóvenes envasados que cualquiera aceptaría beber de buena manera. Se podía catar los procedentes de todos los países vitivinícolas e incluso de plataformas de distribución mundial de granel ubicados en países no productores. 

Nadie se puede imaginar que Nueva Zelanda o California vendan graneles porque fuera de España este vino no tiene el componente peyorativo que sigue teniendo en nuestro país debido a un triste pasado cuando la demanda internacional del vino español se debía más al componente alcohólico, su color y cuerpo y, sobre todo, al bajo precio y menos a la calidad.  

Vinos que, en algunas partidas con mayor color y estructura, permitían la mezcla en destino con vinos más ligeros e incluso con agua. 

En España es difícil mentalizar a las bodegas de que envasen en lata o BIB (bag-in-box) para el mercado nacional, en cambio exportan en grandes cantidades en este envase reciclable a otros países.  Incluso en Francia, lentamente se está introduciendo este formato en vinos de gamas superiores, incluso ya venden vinos “premium” a 12€ el litro.

Los vinos que probé en esta feria estaban listos para ser envasados y por lo tanto para beber. Si comparamos los vinos que probé en esta feria hace 10 años, los nuestros han mejorado en comparación con los demás. Si existiera mayor dinamismo en la comercialización sin tener que bajarse los pantalones con el precio, venderíamos más o al menos facturaríamos más. Sin embargo, los precios durante este periodo han subido y han bajado coyunturalmente de tal manera que lamentablemente apenas han cambiado. En junio de 2013 el precio medio del vino español alcanzaba 0,64 euros litro porque rebotaba de años anteriores con precios más bajos debido a los excedentes y mayor producción.  En mi última visita de noviembre este precio era igual que entonces, pero sin ser coyuntural, menos mal. Es cierto que el precio medio del granel español se halla alrededor de 1,20 euros por la sobrecarga impositiva de los países no europeos. 

¿Cómo son los graneles de hoy?

La tecnología de última generación aplicada al utillaje de las bodegas, una mayor asepsia en los grandes almacenajes de vino, la mecanización de las vendimias, una mayor profesionalidad y conocimiento de las nuevas generaciones de enólogos y el control digital de los procesos de elaboración, han logrado que los vinos estén equilibrados y aptos para el bebedor gastronómico que son la mayoría y menos para el bebedor palatial. El defecto puede ser un accidente en vez de ser algo inherente en el pasado. En Ámsterdam caté prácticamente todos los graneles de los países participantes con un nivel que los evaluaría entre los 86 y algunos hasta 90 puntos, es decir, vinos a los que no se les puede pedir identidad varietal o zonal y menos sentir la complejidad del terroir.

Probé albariños de Nueva Zelanda, o algún pinot noir francés ligero, suave, fresco, pero naturalmente sin el carácter varietal que conocemos. Abundaba bastante oferta de Moldavia con vinos más que correctos. Probé algún chardonnay australiano a 1,25€ obviamente muy tiólico (notas tropicales de la fermentación) y hasta un grüner veltliner austriaco a 1€ y un syrah del mismo país a 0,60€

En el apartado de conferencias y debates afloraba, sobre todo, el futuro de la generalización de los nuevos envases reciclables como la botella de papel con una bolsa interior impermeable, además de verse más a menudo en vino en caja (BIB) y latas. La empresa catalana Zeena es especialista en vinos orgánicos y veganos en lata cuyas ventas, obviamente en el extranjero, van como una moto. Las nuevas generaciones no toman en cuenta el mensaje de sus mayores por considerarlos viejunos.  

Incluso muchos venidos del refresco, adoptan la lata como algo saludable y natural lejos de las liturgias en torno a la botella. 

Entran en esta bebida para compartir, desconociendo el vino convencional, incluso no saben descorchar una botella y apenas les interesa todo aquello que tiene que ver con las catas, marcas y bodegas. Lo beben como un símil de la cerveza.  

El granel del futuro

Antes de seguir, quiero dejar muy claro que la botella seguirá su camino enfocado a los vinos de alta gama. Que nadie piense que gran número de marcas que se pasean por la crítica, blogueros, sumilleres y tiendas especializadas no continúen con sus envasados en vidrio. La botella seguirá vigente. El entorno del vino su cultura, la estética e incluso la liturgia son valores que no pueden desaparecer. Lo que pocos saben es que estos vinos (generalmente mediáticos) solo representan el 10% del consumo. Lo grave no es que se vendan en botellas, sino que sea el 85% de la producción mundial lo que se envasa con vidrio. Los ecologistas, los seguidores de la economía circular y naturalistas o veganos, tendrán una oportunidad de oro sin perjuicio que en alguna ocasión disfruten descorchando un vino de culto.  

Los nuevos consumidores, incluso los europeos, no ven el granel como una categoría inferior sino un camino ecológico y sostenible para beber vino. 

El BIB está aumentando sus ventas en Inglaterra, EE.UU y países nórdicos. En Japón beber vino en lata es una forma de uso de los hípster. El vidrio representa el 30% de la huella de carbono en el sector vinícola al que hay que añadir el enorme consumo de energía que supone su peso en el transporte. 

Hace más de 10 años vaticiné que el futuro sería el embotellado en destino y no en origen y que se volviera a la antigua costumbre de la reutilización de los envases de vidrio sin necesidad del reciclaje y que los nuevos avances digitales permitieran proteger su origen ante la posibilidad de un fraude en la manipulación en destino.

Es inconcebible que la mitad del peso de una botella de vino sea la del vidrio. Hace tiempo que el envasado en destino es una realidad. La mayoría del vino australiano y sudafricano se envasa en Inglaterra. También en España se embotella vino de Chile, por ejemplo.  

Algún comerciante internacional dijo que el futuro del vino está en los extremos: el granel y los vinos de culto. 

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.