En donde comenzó la filoxera

6 febrero 2024

En la finca La Indiana en Moclinejo, Málaga, se originó la filoxera por primera vez en España, y durante un fin de semana en la Axarquía, me sorprendí al descubrir que la familia Muñoz Cabrera, propietaria de Dimobe, preservaba los sabores tradicionales del vino malagueño que había conocido hace más de 40 años.

El equipo de la Guía llevaba catando estos vinos desde 2011 con excelentes puntuaciones, pero el nombre me parecía más el de una empresa embotelladora que las de una familia dedicada al vino desde 1927 cuando el paisaje de mulos y garrafas componía un daguerrotipo en blanco y negro.

Un día le comenté al inefable Juancho Asenjo mi desencanto por la dificultad de catar los tradicionales vinos dulces malagueños después de desaparecer la bodega Scholtz que, para mí, representaba la esencia del pasado del Málaga. Me dio detalles de una bodega en la Axarquía, como es Dimobe, con Juan Muñoz al frente, que está recuperando cepas abandonadas y todas las tipologías tradicionales en una propuesta emocionante para el territorio. Recuperando las artes elaboradoras como el tierno, al maestro, el mítico pajarete, varios trasañejos con esas dos joyas de la enología española como son el Arco de Moclinejo dulce y seco de Pedro Ximénez de viñedos centenarios de los Montes de Málaga.

La Axarquía es un cosmos alejado del follón urbano y turístico de Málaga. Tan pronto los alejamos del mar y comenzamos a subir por la sinuosidad de sus carreteras llegamos a Moclinejo. El paisaje impresiona con los puntos blancos de sus caseríos salpicando las tierras ocres y marrones entre barrancos infinitos. Juan Muñoz nos esperaba para recorrer las orientaciones y altitudes de sus viñedos con un horizonte más silvestre que el Priorat o el Douro portugués.

Foto. Juan Muñoz de Dimobe

La reina de sus uvas es la moscatel, ese racimo que nació griega y que se hizo moruna en Andalucía con el arte de la pasa. No es la moscatel marítima de la Marina Alta alicantina sino la mineralizada y silvestre de Málaga que cambia de gusto según en las cotas donde se cultiva. La familia Cabrera pertenece a esa estirpe de sabios rurales conocedores de los diferentes rostros de la moscatel según se halle las viñas en cerros, terraplenes, en bajuras y alturas o en recodos protegidos del viento y otros ventilados para evitar los demonios de los hongos que pueda dejar algún rocío intenso o alguna lluvia del suroeste. Pero también aparece la cuarta generación de hijos venidos de las universidades y escuelas del vino para, sin cortar con las formas del pasado, encarar el futuro de un vino de Málaga en forma, controlando su pH bajo y su acidez alta.  También colabora con Vicente Inat en el proyecto “Viñedos Verticales” con una visión más actual del vino malagueño con los asoleos controlados. Todo un arte llevando los racimos a las paseras para que la uva se quede tierna sin llegar a la pasa.  

 

Juan me decía que gran parte del viñedo malagueño mira al norte para librarse en parte de la humedad del mar. Sus viñas se hallan en la cota de 700 metros de altitud y algunas a más de 1000 donde esta casa cultiva la uva romé. Vendimias que comienzan a finales de julio y terminan en los últimos días de octubre.

Hay técnicas que parecen actuales pero que llevan siglos en el territorio. El vino “maestro” que se hace con mosto lágrima con uvas recogidas de la paseras al que se le añade 8º de alcohol y poco a poco va fermentando hasta llegar a los 15º para detener la fermentación con frío. Un ejemplo lo probé con Viña Axarquía 2022, un vino maestro de exquisita sensación de fruta y dulzura. Señorío de Broches 2022 como “vino dulce natural” me pareció algo más bronco con el alcohol no integrado todavía. Piamater 2020 y 2018 como” naturalmente dulce” perteneciente al proyecto Viñedos Verticales. Un moscatel de color dorado brillante que transmitía un sabor dulce, herbal y frutal, lejos del consabido sabor almizclado de esta vinífera. El Rujaq andalusí un soberbio trasañejo (mínimo 5 años de crianza) de moscatel y algo de pedro ximenez lucía un bonito color caoba que desbordaba sensaciones de bollería, fruta escarchada y tonel viejo, con una finura y persistencia que inundaba la boca.

No me dio tiempo a seguir en la exquisita faena de probar vino con la familia y unas semanas más tarde en el sosiego de mi casa y sin la influencia del entorno, me dispuse a catar lo que faltaba.

Noctiluca 2022 “Vendimia Asoleada” me recordaba al tipo Molino Real y alguno de los de Ordoñez. Lo que podríamos denominar el málaga moderno. El vino presentaba un color pajizo con brillos amarillos, con un ligero fondo amoscatelado entre mineral y notas de paja seca o barbecho. Dulce, fluido, envuelto con una fresca acidez.

El único vino seco fue el Seco Trasañejo 18º hecho con PX, que podría parecerse a aquel vino conocido en el siglo XIX como el “Mountain”. De color caoba claro, aroma entre fruta confitada y escarchada, bollería horneada y almendra tostada con las notas aldehídicas de la bota vieja. Un vino muy cercano entre oloroso y amontillado jerezano.

El Pajarete Moscatel de coloración caoba con brillos rojizos, aparecía con un aroma frutal con un leve toque rancio y fruta escarchada con un ligero matiz amargoso al final del trago, quizá por la participación de un poco de PX. En la cata no podía faltar un PX Arcos de Moclinejo de color caoba, de aroma terciario bota vieja, aldehído fino con recuerdo de nuez y fruta escarchada, todo perfectamente fundido. Para terminar, caté un tinto de petit verdot Finca la Indiana 2013. De color cereza intenso, con un aroma potente varietal de fruta negra, de cierta expresión frutal con leves recuerdos a turba, regaliz y chimenea, procedente de las viñas de Ronda. 

Está claro que los mejores petit verdot se hallan en las Sierras de Málaga desde mi lejana experiencia en la finca de Hohenlohe y el soberbio Tadeo de Cortijo de los Aguilares.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.