Los mejores vinos de mi vida

5 marzo 2024

En el transcurso de los casi 50 años de profesión, he catado una cantidad incalculable de vinos. Tengo más de 25 cuadernos de cata que guardo con devoción sin contar las de la Guía Peñin, a los cuales no he recurrido por pereza para este cometido. He preferido optar por mi memoria (que no es infalible) y algún apunte recurrente. Si los cito es porque no los he olvidado.

Las emociones suelen invadirme durante un concierto sinfónico, por la tierna mirada de un cocker, coreografía perfecta y, por supuesto, por la pérdida de un ser querido. Sin embargo, el vino no alcanza este sentimiento, quizá porque, lo he dicho en incontables ocasiones, he sido antes catador que bebedor, de modo que mi selección se debe más a la sorpresa que a la emoción. Los vinos elegidos creo que nadie los va a cuestionar. Son marcas, en general, que están instaladas en el podio de cualquier aficionado con experiencia. No he querido lucirme con alguna novedad desconocida, algo de lo que pecan los que se dejan incitar por el ego.  

Las puntuaciones concedidas a los vinos las hice a esa botella y en ese tiempo de vejez. No es la primera vez que cato el mismo vino de dos botellas diferentes, o el mismo vino catado unos años más tarde, variando la puntuación en uno o dos puntos. Si los catara hoy, estoy casi seguro de que las puntuaciones podrían variar. Porque el vino vive y algo cambia.


100 CHATEAU LAFITE ROTHSCHILD 2005   

En mayo de 2008, por invitación de Lavinia París, tuve la magnífica ocasión de catar la cosecha 2005 (una de las tres mejores de los últimos 30 años) de 45 Grand Cru Classè. 

Cuando le di 100 puntos me pareció imposible que el vino fuera mejor. Era una cascada de fascinante complejidad con una armonía entre fruta, especias y matices florales, taninos elegantes y un retronasal de película.


100 CHATEAU HAUT-BRION 2005  

En la misma sesión caté este maravilloso tinto de intenso color cereza. Aroma exótico, con notas de maderas tropicales, pan tostado, bollería, fruta madura, especias y finos matices florales. Gran complejidad. 

La boca era amplia, carnosa, con taninos muy persistentes y retronasal de fruta macerada. Un vino para la historia.


99 CHATEAU LATOUR 2005

Fue el tercer vino más puntuado en la citada cata. 

Cereza oscuro con un ligerísimo matiz anaranjado. Aroma fino, elegante, rico en matices terciarios (cedro, tabaco), como pasear por un bosque otoñal, lleno de rasgos complejos, recuerdos de placeres olvidados, redondo, y de una suavidad aterciopelada.


99 PINGUS 2003 

Lo caté en Vila Viniteca de Barcelona en el año 2007 y me causó un gran impacto. Aromas florales, tostados de frutos negros y roble, expresión frutal, sedoso, graso, persistente, toda una sinfonía de matices y que, incluso unas horas después, seguían cambiando. 


98 CHATEAU MARGAUX 1996 TINTO

En 2008 visité Chateau Margaux con mi discípulo Carlos González y en compañía de Paco Hurtado de Amézaga de Riscal, gran amigo de Paul Pontallier, su director.  

Mantenía un color cereza intenso con borde naranja, pero pleno de juventud comedida, aromas de reducción muy fino (cedro y tabaco), elegante y a la vez frutal, con una fusión increíble de todos sus matices. Paladar redondo, fino, taninos sedosos y elegantes, complejo, retronasal especiado, sabroso, largo, con una fresca acidez que le daba vida.


98 CHATEAU LE PIN 1995 TINTO

Creo que fue en 2008 cuando lo caté en Vilaviniteca en presencia de su creador, el mismísimo Jacques Thienpont. Para mí fue el modelo perfecto de un envejecimiento colmado de sensaciones especiadas, alguna hierba de monte, cierto cuero de gran clase y notas florales de pétalos de violetas. Boca lleno, amplio, con volumen, excelente retronasal de especies tostadas y notas florales muy elegantes.


99 IMPERIAL 1964 GRAN RESERVA

Siempre se espera que esta cosecha nos deslumbre y parece no morir nunca. Sin duda, la mejor añada de todos los tiempos de la mayoría de las bodegas riojanas. El Imperial lo caté en 1988. 

Lucía un color rubí teja con un aroma algo cerrado, toques sutiles de fruta sin perder cierta frescura, matices confitados y además floral. Boca lleno, suntuoso, rico en expresión con ligeras notas a incienso. Sensacional y misterioso.


98 MERSAULT GENEVRERE 2002 BLANCO (COTES DE BEAUNE) 

Lo caté en la misma bodega en 2006, en un viaje a la Borgoña. Me pareció rico en matices florales y frutales, fondo ahumado muy elegante, complejo. Boca lleno, perfumado, rico en sensaciones de frutas dulces y hierbas, acidez fresca y buen alcohol.


99 PETRUS 2000 (POMEROL)

Fue en 2006 en las oficinas de Christian Moeix, su propietario. Un tinto memorable que cambió tres veces en dos horas. Además de su color intenso de perfecta maduración, aparecía al olfato con un aroma complejo y matices casi ocultos, una combinación de grosellas negras frescas, mucha trufa, típico burdeos clásico, unas notas tostadas muy delicadas (café, chocolate). En boca era potente, lleno, algo carnoso, fruta madura y siempre la trufa con notas de sotobosque,  taninos secos y persistentes, pero con la dulzura de la merlot. Un tinto excepcional, poderoso, rico en expresión mineral.

98 VEGA SICILIA 1942. (RIBERA DEL DUERO) 

La degustación fue en Los Ángeles en 1999. El introductor fue el célebre coleccionista americano de origen indio (de la India), Bipin Desai, que cada año organiza reuniones sensoriales de esta guisa con vinos señeros de todo el mundo. Un tinto de matiz rubí teja curiosamente brillante, lleno de sensaciones exóticas, una potente nariz con evocación de pimentón y clavo. Extrañamente, no aparecían ni las clásicas notas animales de cuero, ni tampoco los recuerdos de desván-madera vieja. Tenía cierta viveza con taninos vivos, sensación cálida contrastado con excelente acidez. Predominaban los rasgos aromáticos que han caracterizado a los VS antiguos: seductores toques de mueble viejo, oportización o notas oxidativas-alcohólicas y especias con reducción.


99 MONTRACHET DE LA ROMANEE CONTI 1981 BLANCO

Acontecimiento celebrado en 2002 en el restaurante Viridiana. La cosecha tuvo que envejecer 20 años para descubrir el gran montrachet del que tanto hablaban. Un blanco con una enorme complejidad, de aromas extraños, difíciles de describir. Hay una carga tremenda de sabores y aromas a hierbas exóticas, denso, glicérico, hierbas de monte bajo, recuerdos intermitentes de mantequilla, miel, heno.


99 BOLLINGER RD 1975

Lo probé en una visita en 1988 a la bodega. Fue sublime, la conexión de las finas notas marchitas de las levaduras con el vino fue portentosa. Evocaba la almendra, tabaco, bollería fina, mezclados con notas de bosque húmedo y una burbuja integrada, lenta, pequeña y acariciante, sin desaparecer la frescura de una acidez con recuerdos cítricos. Una maravilla.


98 LES COMBOTTES 1955 TINTO DE GEVREY CHAMBERTIN 

Lo caté en Borgoña en 2006 entre otros 150 vinos. Siendo una añada tan vieja para un borgoña, mejor imposible. Tenía un aroma que recordaba al olor de un mueble viejo de algún distinguido desván, con lejanos toques también de selectas mezclas de tabaco de pipa, café tostado y torrefactado y un punto de cacao. El tacto en boca, como puede suponerse, era sedoso y aterciopelado.



97 HARLAN 2001 TINTO  

Lo probé en 2020 y me sorprendió su estilo europeo siendo un vino californiano, a pesar de contar con un color cereza intenso, un excelente equilibrio entre los aromas primarios y terciarios muy bien fundidos, como los grandes de Burdeos (Lafite). Boca sedoso, redondo, amplio y lleno.



98 NICOLÁS CATENA ZAPATA 2001 TINTO

Fue en una cata en 2015 en el Restaurante bonaerense Don julio. Un espectacular tinto hecho con cabernet sauvignon y malbec. Cuanto más cabernet, es menos “argentino” pero más complejo y luminoso de color, con una expresión que asombra. Lo que el cabernet sostiene su valor frutal, la malbec suma un toque de fruta negra y un punto mineral con matices de finos tostados cremosos.


97 ORNELLAIA 1997 TINTO

Fue en el año 2000 con Ferdinando Frescobaldi en su “Palazzo Frescobaldi” de Florencia. Un magnífico vino y una de las mejores cosechas de la Toscana. El color es cereza intenso con un borde entre granate y teja. El aroma es profundo, con una gran expresión frutal. Café, chocolate, trufa, recuerdos de turba y dátiles. En boca es lleno, con expresión de fruta todavía fresca y matices minerales, cálido, maduro, armonía entre la fruta y madera. Una auténtica sinfonía.


99 LA FARAONA 2016 (BIERZO)

Lo caté en 2019 en la bodega. Color granate vivo, aroma fresco de frutos rojos y un contraste entre las notas herbales balsámicas de su justa vendimia y la frutosidad de su lenta maduración aromática, con una persistencia insólita. 

Su secreto: un subsuelo misterioso y la orientación sureste, de modo que el sol de la tarde, afortunadamente, no le afecta.



99 NIEPOORT 1955 VINTAGE 

A las puertas del fin de siglo, como una dulce despedida, en junio de 1999 tuve la fortuna de ser invitado por el Instituto do Vinho do Porto en la cata histórica “Vintages do Século”. Sin duda son los tintos dulces mejores del mundo. 

La sutileza de pétalos, frutos tropicales y bollería fina, con la elegancia de las especias y elegantes notas de cuero viejo y tabaco de pipa, una largura y sedosidad en boca inolvidables.



98 SCHEUREBE TBA Nº 10 “ZWISCHEN DEN SEEN” 2004 BLANCO 

Lo caté en el año 2008 en la bodega de Alois Kracher, en Austria, en el tranquilo pueblo de Illmitz. Un blanco soberbio de color dorado algo oscuro. 

Aroma fino, mineral, elegante. Boca con acidez y dulzor muy marcados pero ensamblados, potente, rico en matices, complejo y elegante.


99 RIESLING WILTINGER SCHARZHOLFBERG TROCKENBEERENAUSLESE 1995

Un vinazo de Egon Müller que probé en una cata auspiciada por el importador Vins Alemany (creo recordar en 2002 o 2003), en donde estaba también Pitu Roca. 

El color ligeramente dorado brillante, con un aroma potente, entre fruta escarchada y ahumado, con recuerdos de miel oxidada, pero una fuerza y complejidad increíbles.

98 DOMAINE DE LA ROMANEE CONTI 1986 TINTO   

El encuentro fue en 2007 en Montecarlo en La Société des Bains de Mer, junto a Michel Rolland, Marvin Shanken, de Wine Spectator y la anfitriona, Lalou Bize Leroy. 

El tinto todavía mantenía un espectacular aroma a frutos rojos envuelto con los misteriosos matices de tierra húmeda, a sotobosque, fundido con notas perfumadas de tabaco inglés y pétalos de rosas. Cada gota dejaba huella en mi paladar. Nunca probé un RC tan viejo y tan vivo.

    Escrito por Jose Peñín

    Uno de los escritores de vinos más prolífico de habla hispana y más conocido a nivel nacional e internacional. Decano en nuestro país en materia vitivinícola, en 1990 creó la “Guía Peñín” como referente más influyente en el comercio internacional y la más consultada a nivel mundial sobre vinos españoles.

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